QUE LA CATEDRAL SE LLENE A TOPE YA NO ES NOTICIA

QUE LA CATEDRAL SE LLENE A TOPE YA NO ES NOTICIA

Lo escuchamos al pasar. El pasado 15 de noviembre, en el Pla de la Seu, una señora preguntaba a otra: «Perdone, ¿qué pasa hoy en la Catedral? ¿Es que hay un encuentro? ¿Qué hace todo ese gentío con pañuelos de colores? «. Y la otra contestó: «Ah, no pasa nada. Cada fin de semana es así y los demás días también se ve mucha gente, sobre todo escolares. Es que en Tarragona celebramos el Año jubilar de San Fructuoso, ¿sabe?». No sabemos cómo seguiría la conversación, pero sí pone de manifiesto el hecho de que la Catedral a menudo se queda pequeña por la afluencia de peregrinos od’escolars que vienen a conocer la figura de los Santos Mártires y devienen peregrinos.
La semana del 10 al 15 vio como el itinerario de los peregrinos lo hacían los alumnos de diferentes cursos del Colegio del Sagrado Corazón (Tarragona) o los del Colegio del Pinar (San Cugat del Vallés), los cuales se mezclaban con los componentes del «Taller Textil Manolo Allué». De lunes a viernes, la Catedral y el Anfiteatro fueron los escenarios principales donde los escolares conocieron quienes eran los santos Fructuoso, Augurio y Eulogio y qué habían hecho. También asistieron, con atención ejemplar, a las eucaristies jubilars. El Pla de la Seu y las escaleras que llevan hasta él se convirtieron en improvisado comedor donde los niños y jóvenes cogían fuerzas para seguir, con alegría y algarabía —que se transformaba en respetuoso silencio cuando llegaban a un lugar significativo— en su descubrimiento de los Santos Mártires.
El sábado la Catedral resultó insuficiente para acoger a tantos peregrinos: la nave central y el crucero se llenaron a rebosar, hasta el punto que muchos tuvieron que ser ubicados en el presbiterio, en la sillería del coro y al pie del retablo mayor.
La procedencia de los peregrinos era de lo más variado. Había desde grupos arciprestales, como el del Arciprestazgo de Trinitat-Roquetes de Barcelona, pasando por grupos vinculados a santuarios —como el de Nuestra Señora del Sagrado Corazón (antigua Capilla de Jesús y María) de Tarragona—, hasta peregrinaciones parroquiales, como los de las parroquias tarraconenses de San Juan Bautista, de San Fructuoso y de la Santísima Trinidad. También estaban presentes las peregrinaciones de comunidades religiosas, como la de las Hijas de Santa Maríadel Corazón de Jesús, procedentes de diversos lugares de Cataluña, o cofradías como la Real Hermandad de Jesús Nazareno de Tarragona, sin olvidar el peregrinaje de los jueces de paz de Cataluña.
La misa jubilar, que presidió el Señor Arzobispo y concelebró con Mons. Víctor de la Peña, obispo emérito de Requena (Perú) y con numerosos presbíteros vinculados con los diversos grupos, fue realmente emotiva y muy participada.
En su homilía, Mons. Jaume Pujol, con expresión sencilla pero conmovedora, llegó a todos los corazones. Remarcó que la peregrinación es un ir hacia lo esencial y puso especial énfasis en los rasgos fundamentales del testimonio de los Santos Mártires. Igualmente su homilía sirvió para hacer descubrir a muchas personas el significado del retablo mayor de la Catedral tarraconense, desvelando a través de él las profundas y antiquísima raíces cristianas de nuestra Iglesia de Tarragona.
Después, los peregrinos visitaron la capilla de San Fructuoso, y desde la Catedral se desplegaron por los diferentes puntos del itinerario jubilar. Las calles de la Parte Alta de la ciudad de Tarragona se vieron punteadas por los colores de sus «foulards». Además de la visita a los puntos relacionados con los Santos Mártires, los peregrinos tenían donde elegir: una gincana para los más jóvenes, una conferencia sobre San Fructuoso y su tiempo en el Seminario —el Sr. Jesús Martínez disertó de forma muy amena— o una visita guiada al Museo Bíblico Tarraconense.
Como es habitual, muchos peregrinos almorzaron en el claustro del Seminario que se quedó pequeño, ya que muchas personas tuvieron que ir a consumir el ágape a otros lugares, como el Colegio Lestonnac-L’Ensenyança.
En resumen, que la Catedral se llene a rebosar todos los fines de semana ya no es noticia. Es algo habitual.