EL RITO HISPANOMOZÁRABE VUELVE A HACERSE PRESENTE EN TARRAGONA

EL RITO HISPANOMOZÁRABE VUELVE A HACERSE PRESENTE EN TARRAGONA

Una ocasión histórica la que se vivió en la Catedral de Tarragona el jueves 30 de octubre con motivo de la celebración de una misa martirial según el rito hispanomozárabe, presidida por el Señor Arzobispo.

Las personas que se reunieron en la seo tarraconense siguieron con toda unción un acto litúrgico que los ponía en contacto con el esencial de la eucaristía. El silencio, punteado por los antiguos cantos, se hizo presente reforzando los aspectos mistéricos de una celebración cautivadora donde se remarcaba la importancia del ministerio diaconal. La lectura de un fragmento de las Actas del martirio como parte de la liturgia de la Palabra añadió emotividad a la bellísima celebración.

La homilía del Señor Arzobispo incidió en la figura de nuestros Santos Martires, en honor de los cuales se celebra el Año Jubilar, y en su vigencia. También tuvo palabras de consuelo para los heridos en el atentado terrorista contra la Universidad de Navarra, donde él ejerció la docencia durante treinta años, función que tuvo que dejar para hacerse cargo de la sede de San Fructuoso.

La emoción de una liturgia narrativa, de gran intensidad dramática y claramente inteligible, se hizo evidente en muchos momentos, hasta el punto de hacer aflorar una lágrima a los ojos de más de una persona. El momento de recibir la comunión, con la fórmula «que el Cuerpo de Cristo sea tu salvación», fue para muchos todo un descubrimiento que llenaba de significado un acto que demasiado a menudo tiene algo de mecánico.

La solemne función litúrgica, donde los diáconos ejercían la función de los ángeles como mensajeros entre la Divinidad y el pueblo, contó con la presencia de numerosos sacerdotes, entre los cuales se encontraban Mn. Miquel Barbarà, vicario general de la Archidiócesis, y Mn. Rafael Serra, delegado diocesano de Liturgia. El P. Juan Miguel Ferrer Grenesche, vicario general de la Archidiócesis de Toledo —que el día antes había pronunciado una magnífica conferencia sobre el rito hispanomozárabe—, actuó como maestro de cerimonias en una eucaristía que nos transportó a los días en los cuales san Fructuoso, obispo, celebraba la misa, asistido por San Augurio y San Eulogio, diáconos.

Al salir de la Catedral las personas que habían participado en la celebración lo hacían con una sensación de paz y serenidad, conscientes de que habían asistido a un momento muy importante del Año Jubilar.