LA DIVINA LITURGIA EN RITO CATÓLICO BIZANTINO-UCRANIANO, UNA CEREMONIA INOBLIDABLE
La tarde del domingo 7 de diciembre la Catedral de Tarragona se llenó con los sonidos de la Divina Liturgia en rito católico bizantino-ucraniano, a la que asistió un gran número de personas procedentes de Ucrania y de otros lugares del Europa del Este.
Las campanas de la Catedral tarraconense repicaron alegremente convocando a los fieles a una celebración eucarística que resultó sencillamente conmovedora. Poco a poco, la Catedral se fue llenando de personas deseosas de participar en este solemne acto litúrgico, convocado especialmente con motivo del Año Jubilar de san Fructuoso, obispo, y san Augurio y san Eulogio, diáconos.
Mons. Jaume Pujol, arzobispo metropolitano de Tarragona y primado, participó en la Divina Liturgia. Le acompañaban, a ambos lados de la sede, Mn. Miquel Barbarà, vicario general de la Archidiócesis, y Mn. Josep Maria Serra, canónigo de la Catedral metropolitana y primada. También estaban presentes algunos presbíteros. Sostuvo el canto de la asamblea miembros de la Schola Cantorum dels Amics de la Catedral.
Mn. Pere Casanovas, asistido por un sacerdote y un diácono ucranianos, ofició la misa según el rito católico bizantino-ucraniano. Fue una ceremonia impresionante por varios motivos: por la conmovedora dimensión mistérica y de adoración de la Divina Liturgia y por el recogimiento y el fervor con que era seguida por los fieles. El silencio, roto sólo por la voz del celebrante y los cantos litúrgicos, era algo vivo, palpable. Las lágrimas corrían por los rostros —de rasgos eslavos— de muchos de los asistentes, visiblemente emocionados.
El Señor Arzobispo pronunció una sentida homilía, la cual iba siendo traducida al ucraniano por Mn. Casanovas. Hay que indicar que la misa se hizo en lengua catalana y los emotivos cantos en lengua ucraniana.
El momento de la comunión bajo las dos especies, también fue un momento de intensa emoción comprobarse la devoción con que los fieles acudían a recibir el sacramento.
La ceremonia terminó con unas palabras de agradecimiento del oficiante y, aprovechando la ocasión del Año jubilar, con un canto de felicitación, una de las formas de despedida de la misa según el rito católico bizantino-ucraniano cuando acontece algún aniversario importante.
Sin duda, entre los muchos momentos notables del Año jubilar, este solemne acto litúrgico dedicado a los catòlicos de la Europa del Este no será precisamente de aquellos que se olvidan fácilmente.